La princesa Victoria siempre ha tenido claro que quería convertirse en Reina de su país siguiendo las enseñanzas de su bien amado padre. Por otro lado, con su madre mantiene una relación mucho más fría, fruto del disgusto que a la mayor le supuso no haber engendrado a un varón.

La princesa creció como una joven tan feliz y traviesa, como inteligente: Gran amante de la lectura y la fotografía desde temprana edad, capaz de dominar con bastante agilidad el piano, el violín y la guitarra, y antes de alcanzar los quince años sabía hablar con fluidez irlandés, inglés, español y francés, a la vez que cursaba clases para aprender alemán y danés.

Por desgracia, la relación con su madre empeoró al entrar en la adolescencia. Victoria se enamoró perdidamente de uno de sus sirvientes personales, y Su Majestad solventó el problema poniendo tierra de por medio y castigando a su hija con severidad.

Debido a la adoración que la Princesa sentía por el Rey, cuándo este cayó enfermo todos creyeron que Victoria no sería capaz de superarlo. Poco a poco, fue viendo como la persona que mas quería en el mundo se desvanecía sin poder hacer nada para evitarlo.

Tras el fallecimiento del monarca y por si el dolor que estaba soportando fuese poco, la Reina Regente no tardó en acordar un contrato nupcial con Dinamarca, en el cual comprometía a su única hija con el príncipe heredero de su país a cambio de beneficios político-esconómicos.

Actualmente estudia Derecho en la Universidad de Ámsterdam, ciudad dónde reside desde que comenzaron las hostilidades en territorio Irlandés.


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